El trabajo infantil, el
motor de un país en pleno desarrollo.
Cuando decidimos recorrernos medio mundo,
casi diez mil kilómetros desde Preston hasta la ciudad india de Surat, para
realizar un documental y conocer la situación actual del trabajo infantil, esperábamos
encontrarnos a niños explotados viviendo la vida con resignación. Sin embargo,
la realidad fue bien distinta.
Viajamos a Surat, ciudad de seis millones de habitantes, situada en la
costa noroeste del país. La metrópoli del Estado de Gujarat es el epicentro de
la industria textil y del diamante. Y una víctima más del boom inmobiliario.
Entre los locales es conocida como la Nueva York de India porque los negocios,
al igual que las máquinas de coser, nunca duermen. La producción es constante;
y el monótono tac-tac de agujas hilando diseños en los tradicionales saris,
ensordecedor.
Pero esta es tan solo la cara visible del problema. En nuestras
investigaciones previas al viaje supimos que se estima que el trabajo infantil,
a día de hoy, afecta a casi 160 millones de niños y niñas entre cinco y 14 años
en todo el planeta. Significa que uno de cada seis se ve obligado a trabajar.
No obstante, estas son solo las cifras oficiales como pudimos comprobar en el
terreno la situación es mucho peor.
Nuestro viaje nos llevó a visitar a la ONG india Navsarjan Trust.
Acompañados de Sunil Vatas, trabajador social, visitamos varios slums (barrios
marginales) para conocer la situación de los jóvenes y las acciones por parte
de la ONG. En la barriada de Rhasula Bhen hay unas 500 casas, todas ellas
construidas con techos de uralita y ninguna supera los diez metros cuadrados.
Los afortunados presumen de tener agua corriente y electricidad.
Sus vecinos nos contaron que apenas 40 niños acuden al colegio. El resto
tiene un trabajo o pide limosna para aportar su granito de arena a la economía
familiar. Las niñas son los más vulnerables, y muchas de ellas, por temor de
sus padres, se quedan en casa bordando diseños en los saris. Tras un largo día
de minuciosa labor, en el que solo logran acabar tres vestidos, consiguen
apenas 80 céntimos. Este trabajo sumergido es una actividad muy extendida en
los barrios más pobres de Surat.
Quisimos profundizar en la actividad de la ONG Navsarjan Trust, quienes,
apoyados por la ONG española Naya Nagar, trabajan en 28 slums en la ciudad
de Surat. Su principal objetivo es incentivar a los niños para que continúen
sus estudios, pero cuando el instituto más cercano está a ocho kilómetros, no
es tarea fácil. Para ello tienen un centro que sirve de clase colegial, lugar
de encuentro vecinal, además de espacio para relajarse, ya que es de los pocas
casas del barrio que posee ventilación.
Visitamos este centro, una pequeña habitación con dos desnudos
ventiladores, donde se imparten las clases y la guardería. Los más pequeños del
slum acuden cada mañana para aprender lo básico y, después, poder ir a la
escuela. Los más mayores, que acuden al colegio, reciben clases de ayuda
extraescolar.
Aprovechamos nuestra visita para hablar con las profesoras y ahondar más
en esta problemática. Cuando les preguntamos qué alternativas podemos ofrecer a
estos niños en semejante problema como el trabajo infantil, donde se desconocen
las causas, los motivos y la magnitud, la solución que nos ofrecieron fue
unánime: "La educación es lo único que los puede salvar".
Tras la visita de Rhasula Bhen nos adentramos en el corazón de los slums
de Sanje Nagar, Bathena y Partichal. La situación no cambia. Todos sus
habitantes viven por debajo del umbral de pobreza y la mayoría de los niños,
sin escolarizar. Confeccionar saris sigue siendo más popular que acudir a la
escuela entre los menores de cuatro a 15 años.
Días más tarde, nos citamos en la concurrida estación de tren de Surat
con algunos niños y niñas de los slums, que cada mañana viajan hasta allí en
busca de oportunidades. La estación les ofrece una marabunta de transeúntes a
los que pedir limosna, venderles agua y periódicos, o simplemente ofrecerse
para llevar sus maletas a cambio de una propina.
Sunil Vatas nos explicó que las vías del tren son uno de los lugares
donde el trabajo infantil está más concentrado. La mayoría de los niños y niñas
son huérfanos o se escaparon de sus familias, y viven en la calle. Por ello,
Navsarjan trabaja con la ONG española Naya Nagar para intentar sacarlos de la
calle.
Después de compartir una semana junto a estos niños y sus familias,
estábamos conmocionados. Parece increíble que el azar y el lugar de nacimiento
marque tu destino de por vida. Si hubiesen nacido a 100 metros del slum, su vida
sería totalmente diferente. Pero lo que captó nuestra atención fue su actitud
frente a la vida, con una sonrisa por delante. No tienen miedos y a sus
problemas les plantan cara. No tienen reparo en hablar de su situación
económica, de sus trabajos, y de admitir lo difícil que es acudir a la escuela.
Siempre estuvimos concienciados por la labor social, pero fue la primera
vez que sentimos, en gran medida, parte y culpables de un problema como el
trabajo infantil. Todos concebimos como un problema que haya niños y niñas
trabajando hasta 12 horas diarias, pero lo realmente preocupante es tengamos
que viajar a la India para sentirnos parte de él. Aun estando alejados, no
podemos cerrar los ojos.
Tras toparnos bruscamente con la realidad, nosotros, al igual que
Kailash Satyarthi, presidente de la Marcha Global contra el trabajo infantil y
premio Nobel de la Paz en 2014, nos preguntamos: ¿De quién son los pequeños
trabajadores que se encuentran a miles de kilómetros de nuestra realidad? Son
nuestros niños.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario