Drogas en la
adolescencia
Quince de cada 100 adolescentes de la Costa Rica reconocieron
haber fumado marihuana, según el estudio ejecutado por la Clínica del
Adolescente del Hospital Nacional de Niños. El dato alarma, porque hace apenas
trece años la cifra era de solo el 1%, aunque para el 2006 había subido al 10%.
Cuando se trata de esta población, carece de todo sentido el
debate sobre los efectos de la marihuana, cuyos defensores la proclaman menos
dañina que otras sustancias, incluyendo las legales como el alcohol y el
tabaco. Existe consenso, por razones obvias, sobre el peligro del consumo de
cualquiera de esas drogas por jóvenes aún distantes de la mayoría de edad y
carentes de la formación necesaria para adoptar decisiones de tanta
envergadura.
Psicólogos y otros profesionales del área de la salud señalan
la inmadurez del cerebro adolescente, cuyo lóbulo frontal está todavía en
desarrollo. Ahí se ubica la función del juicio, necesaria para discriminar a
plenitud entre el bien y el mal y medir las consecuencias de los actos.
También hay debate sobre el carácter de la marihuana como droga
de iniciación, una especie de antesala al consumo de sustancias más peligrosas.
En el plano meramente empírico, más allá de los efectos de la droga, es fácil
identificar los motivos por los cuales ese papel precursor no puede ser descartado.
La marihuana es ilegal y se mueve en los mismos círculos donde
se hallan las otras drogas. No es difícil imaginar que la complicidad con el
vendedor y la violación de un primer tabú pueden hacer del adolescente una
persona propensa a experimentar con otras sustancias, indiscutiblemente
peligrosas.
Un 6% de los 3.373 estudiantes entrevistados admitió el consumo
de otros estimulantes, drogas sintéticas y hongos alucinógenos. Unos pocos
experimentaron con heroína. Según el Instituto Costarricense sobre Drogas
(ICD), algunos son reclutados para distribuir narcóticos con el método de
ventas iniciales a precios muy asequibles, que se incrementan gradualmente
hasta obligar al joven a convertirse en vendedor para mantener su vicio.
En conjunto, los datos apuntan a una realidad tan aterrorizante
como incontrovertible: la juventud costarricense es vulnerable al narcotráfico
a edades muy tempranas. En otras palabras, no existen mecanismos suficientes,
en el Estado y en la familia, para prevenir el acceso de los distribuidores de
drogas ilícitas a jóvenes apenas salidos de la niñez.
No sorprende, entonces, el preocupante uso del alcohol, una
droga también dañina pero exenta de moverse en el submundo ilícito de los
estupefacientes. El 23% admitió haber llegado a un estado de embriaguez durante
los 30 días previos a la consulta de la Clínica del Adolescente.
Si la realidad es así de alarmante en la población adolescente
inserta en el sistema educativo, será mucho peor entre los jóvenes ausentes de
las aulas y expuestos, por razones obvias, a riesgos mayores. En su caso, ni
siquiera es posible pensar en las barreras construidas por el conocimiento
dispensado en las instituciones educativas.
Los expertos coinciden en la vulnerabilidad de todos los
jóvenes, pero identifican como particularmente riesgosa la situación de los
sometidos a determinadas circunstancias, como la falta de apoyo hogareño, baja
autoestima, dificultad para el estudio, falta de un proyecto de vida o de
intereses artísticos y deportivos, así como baja tolerancia a la frustración.
Cuando se trata de jóvenes escolarizados, la detección de esos
factores puede ser hecha por el maestro, pero, aun así, la eficacia de la
reacción del educador se verá limitada en ausencia de la familia, cuya función
es insustituible. Es allí donde se debe cavar la primera trinchera de la
detección de los factores de riesgo y, desde luego, del uso de drogas. Los
programas del Ministerio de Educación y de las fuerzas policiales son
invaluables. Es preciso fortalecerlos, pero, sin la familia, habrá demasiadas
batallas perdidas.
Trabajo infantil - Es claro la educación es lo único que puede salvar a todos estos niños víctimas de la explotación laboral, el problema radica en que no se hace nada para sacarlos de ahí para poderlos llevar a una escuela y tengan una vida mas digna; un futuro mas claro, pleno y alcanzable. Es impresionante leer que esto es parte de nuestra vida cotidiana.
ResponderBorrarDrogadicción - DATO PREOCUPANTE: Psicólogos y otros profesionales del área de la salud señalan la inmadurez del cerebro adolescente, cuyo lóbulo frontal está todavía en desarrollo.
Ahí se ubica la función del juicio, necesaria para discriminar a plenitud entre el bien y el mal y medir las consecuencias de los actos.
Sin duda alguna para este tipo de sustancias, día a día, existe un porcentaje mayor para la facilidad de acceso a ellas. El mercado esta tan peleado y el comerciante crece mas para poderlo satisfacer.
Yo siempre he sido de la idea que si llegas a consumir alguna sustancia debe de ser con responsabilidad y moderación. Debes de informarte y saber a lo que puedes afrontarte.